lunes, 27 de julio de 2009

Así nos derrota la obscuridad

Cómo me cansa verme en tela de juicio.
Respondiendo agravios que son injustos, sin tener fuerzas ni de empuñar mi espada para defender la VERDAD.
Cómo me cansa andar justificando mi conducta ante mentes tan pequeñas como un guisante, y tan fáciles de aplastar.
Pero no tengo fuerzas ni para levantar la voz.
Bajo la mirada.
Callo.
Sé que así la victoria cae aparentemente del otro lado.
Y no me importa.
Pero debería.
Porque yo juré un día defender la VERDAD. Y juré que mi espada estaría siempre al lado de la justicia. Y que siempre hablaría por el débil. Y que nunca me dejaría vencer.
Pero ni fuerzas tengo para sonreir amargamente mientras la obscuridad avanza y se ríe a carcajadas de nuestro agotamiento. Apenas me basto para defender mi persona, mientras caen mandobles blandos y aparentemente sin importancia a mi alrededor.
La obscuridad es lenta, sutil, apenas la puedes entrever entretejiéndose en los jirones de tu alma. No notas su lento veneno, sus dulces brazos, hasta que es demasiado tarde. Te deja inérme, sin poder defenderte, gritando en vano de rodillas, intentando comprender que es lo que ha pasado. Cómo has llegado a desaparecer de tu propio pensamiento. Cómo es que ya no ves la Luz.
Y en eso consiste nuestra amarga derrota.

martes, 21 de julio de 2009

El eterno enemigo

Ha llegado el momento.
Todo ese tiempo que he estado encojida, tensa, esperando el golpe que no llegaba pero que todos mis sistemas de alarma anticipaban como inevitable, no ha sido en vano.
Toda la energía acumulada que lentamente empezaba a perturbar mis observaciones, puede ser liberada, pero lentamente, despacio, controladamente para no destruir en vez de construir, para que no sea como el agua que se desborda, imparable y que anega todo a su paso.
Ha llegado el momento y todos esos chispazos en el ruido de fondo han perdido su significado. Ahora sé lo que hay que hacer.
Espero tener la suficiente fuerza y esperanza para hacerlo.