viernes, 11 de octubre de 2019

Tus actos inconscientes

Y has dejado caer en un instante tus manidos ropajes de cordura.
Y has venido a acompañarme donde reino yo, reina inconstante.
Has venido hoy a buscarme donde no hay susurros ni oropeles, donde se mezclan magias que no entiendes.
Donde es hora de que empieces a pagar tus actos inconscientes.

Desde aquí lo veo todo

Desde aquí lo veo todo.
Veo la vida que me esquiva perdiéndose en recodos lejanos.
Veo el esfuerzo deshecho en jirones y sin alma,
Veo también la noche clara.
No llega hasta aquí el clamor de la hojarasca, el reptar lento y constante de las babosas contra las cáscaras.
El tiempo a veces pasa, transcurre inconstante mientras se acerca despacio cada instante, oculto en tus manos tras la espalda.
Veo las falacias de la mente, que son las que me levantan y me hacen ponerme rímel en las pestañas.
Veo y entiendo cada una de las mentiras que nos mantienen en pie cada mañana.
Veo, entiendo y me pregunto hasta cuándo puede suspenderse la existencia sobre este abismo sin sustancia.

Sin esperanza

Y al final, aquí hemos caído sin miedo.
Sin esperanza.
No hay dolor en la derrota.
No hay alma al exhalar nuestro último suspiro.
Y aún nos queda el anhelo de que alguien se alce valiente y con sus manos extendidas haga oír nuestra voz.
Y luche nuestras batallas inacabadas.
Y aún nos queda un suspiro para blandir nuestra derrota.
Caímos aquí.
Nos arrastramos sin miedo.
Sin esperanza.
Sólo  somos la piedra sobre la que se apoya vuestra amenaza.
Aquí estamos, vacíos.
Sin miedo y sin esperanza.