miércoles, 8 de diciembre de 2010

Ambigüedad

La ambigüedad no siempre juega de mi lado. A veces aleja a los que deberían reconocerme entre los suyos. Pero no me reconocen.
Y si no me reconocen, como yo los reconozco a ellos, ¿ Son en realidad de mi bando? ¿ Soy yo o es que los bandos se están también diluyendo es esta obscuridad cada vez más acuciante?
Yo los veo claramente, distinguidos por la luz que resplandece a su alrededor, llevo tanto tiempo en la obscuridad que la veo replegarse siseando a su paso. Pero ellos no me ven. ¿ Por qué? ¿Acaso me he vuelto tan obscura que me confundo con el relieve del fondo? ¿ Ya no queda nada de luz en mí? Así debe ser puesto que soy un vigilante, pero echo de menos su calidez. La obscuridad no es la ausencia de luz, tiene tanta consistencia que siento como me vence lentamente, como ocupa cada resquicio de mi alma. Pero siempre me queda el recuerdo. Sí, recuerdo cómo eran las cosas antes de la obscuridad.
Acaso el hecho de que no me reconozcan significa que lo estoy haciendo bien, tanto que ni los míos pueden reconocerme.

No hay comentarios: