Una nueva derrota.
Una nueva configuración de todas las cosas.
Un grito desesperado y una nueva posición de equilibrio.
Cada vez todo es más gris. Cada vez todo es más triste.
Y nosotros seguimos prendidos en la misma tela, atisbando las luces lejanas que nunca nos rozarán siquiera con la yema de los dedos.
Luces que destellan en la lejanía y arrancan reflejos de nuestra decepción.
Somos uno menos, ha vuelto a ocultarnos la obscuridad.
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